KIERAN:
Sonreí feliz al ver la media luna iluminada en la frente de Claris, la indicación de que su loba Lúmina había despertado en toda su capacidad. No era débil, no era una niña. Era como debió ser siempre: mi compañera, igual que mi lobo Atka. Lúmina. Habían pasado los dos años en que debió madurar, y ahora, a sus veinticinco años, emergía como debía ser.
La Loba Lunar Mística había despertado con todo su poder en aquel lugar lleno de magia, y con ella lo hicieron Clara, la loba empática que la completaba y no la dejaba consumirse por sus pasiones y descontrol; y Elena, la loba guardiana, de la que ahora tenía dudas. Miré a Rafe, o mejor dicho, a su lobo Roan, para que comprobara si lo que habíamos vivido en la situación anterior era cierto. Bajó la cabeza, acercándose a la lo