KIERAN:
Tenía que hacer un gran esfuerzo para no sonreír ante mi Luna. Me divertía su actitud avergonzada. Caminaba un paso detrás de mí, así que me detuve y esperé a que me alcanzara. Me miró sin entender.
—Camine a mi lado —dije con suavidad—. No me gusta estar girando la cabeza para verla.No podía decirle que la Luna del Alfa camina a su lado, no detrás. Ella asintió y acomodó su paso al mío, se irguió más segura.—¿No va a preguntar? —la escuché decir—. ¿No tiene curiosidad por saber por qué me metí en su cama anoche?—¿Por qué habría de hacerlo? Usted es mi prometida, tiene ese derecho —contesté y agregué—. Mudé sus cosas a mi habitación, no quiero que mis trabajadores tengan una mala opinión de usted. Ya