331. CUIDANDO A MI LUNA

CLARIS:

El viento aulló fuera del edificio. Me acerqué más al señor Kieran, sin querer, cuando una ráfaga fría se coló por la ventana entreabierta del auto. Su fuerte aroma me envolvió. No sabía por qué este hombre, que todos me habían pintado como un ser insufrible, me parecía guapo, respetuoso y respetable. Alguien en quien se podía confiar y contar en cualquier momento.

—Señor... —susurré, mirando hacia la vegetación que pasaba por nuestro lado a toda velocidad—. Esos lobos que mencionó... ¿son normales?

No sé por qué había hecho esa pregunta que ni yo misma comprendía. El señor Kieran se quedó mirándome fijamente. Por un instante, me quedé observándolo así de cerca; era un hombre muy apuesto y hacía que mi corazón saltara de una manera que nunca antes había experimentado. Tenía la sensación de que lo había conocido, aunque no recordaba dónde.

—No —respondió para mi asombro, sin apartar su mirada de la mía—. No son lobos normales, y por eso no pueden quedarse solas en esa casa cerc
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