CLARIS:
Kieran tomó mi cintura y, sin dificultad, me hizo subirme a su cintura. Caminó sin dejar de besarme de regreso al cuarto. Con sensualidad, me colocó en la cama sin dejar de recorrerme con sus manos, pero algo me llamó la atención. Lo había hecho la noche anterior y ahora también. Lo hacía con los ojos cerrados, ¿por qué no quería verme o… a quién estaba imaginando?
La sensación de su piel y el fervor de su contacto físico eran intensos y embriagadores. Sin embargo, esa simple observación sembraba una duda silenciosa en mi mente. Éramos dos desconocidos, unidos por el azar y atraídos por la intensidad del momento, pero incluso en ese contexto había enigmas que me hacían cuestionar lo que realmente estaba sucediendo. Tal vez todo se trataba de un juego de atracción pura y desenfrenad