LÚMINA:
Todavía los albores del amanecer no habían aparecido cuando sentí que me liberaban. Abrí los ojos lentamente, y allí estaba mi Alfa frente a mí, con una gran sonrisa dibujada en el rostro. Irradiaba orgullo y expectativa, una mezcla que me llenó de alivio y renovación.
—Buen trabajo, mi Luna —saludó Atka, tranquilo, recibiéndome como un abrazo cálido dentro de mi mente—. Tu humana ya sabe lo que es ser una loba. Lo demás se lo enseñarás tú, como debe ser. Inmediatamente sentí a Claris conectada conmigo, su presencia flotando en mi mente. Cerré los ojos por un segundo, agradeciendo silenciosamente el tiempo que había necesitado para aprender. Me dirigí a Kieran, con atención completa, lista para saber qué venía ahora. —Gracias, mi Alfa. Te dije q