148. PORTÁNDOME COMO UNA LUNA
CLARIS:
Había comenzado a familiarizarme con las capacidades de una Loba Lunar Mística, pero eso no eliminaba el miedo abrumador que se apoderaba de mí cada vez que pensaba en mis hijos. Siempre había delegado en los demás, confiando en que ellos los protegerían, en que la manada estaba allí para cuidarlos. Sin embargo, algo había cambiado. Mi instinto maternal se había intensificado de una forma imposible de ignorar; sentía que nadie cuidaría de ellos mejor que yo. Por eso, no podía ni siquiera imaginar dejarlos solos, ni siquiera por un momento.
Esa noche, decidí mantenerlos conmigo en mi habitación. Quería darme un baño, pero incluso eso parecía una tarea titánica ante el temor de alejarlos de mi vista. Encontré una solución improvisando una cesta amplia donde arreglé sus mantas, los coloqué con cuidado allí y los llevé al baño conmigo. Los dejé en un lugar seguro, donde podía vigilarlos, mientras me preparaba.
El ruido del agua llenó el espacio y cubrí mi rostro con el chorro que