KIERAN:
Toda mi vida, en las relaciones que había sostenido con las lobas, jamás fui tan complaciente. Ellas se desvivían por ganarse mi atención, buscando ser elegidas como mi Luna. Pero con Claris, que finalmente resultó ser mi Luna, fue diferente. Después de descubrir la verdad, la traté como a una reina. Le di todo lo que quiso, la cuidé y la complací como si fuera el tesoro más preciado de mi vida... porque lo era. ¡Ella era mi Luna!
Sin embargo, Claris continuaba negándose a aceptar su verdadera naturaleza, la de ser una loba. No quería vivir la vida que nos correspondía. Su rechazo me había empujado a tomar una decisión que me carcomía por dentro. Había sellado el lobo de mis hijos. ¡Eso era inaceptable! Pero si permitía que Lúmina, la loba de Claris, fuera liberada... el riesgo era enorme. Aunqu