CLARIS:
Aunque mi loba, Lúmina, mantenía el control, me permitía estar totalmente consciente de lo que ocurría a nuestro alrededor. Todo se desarrollaba con una claridad abrumadora: seis Lobas Antiguas, figuras que parecían más brujas que lobas, y Sarah con su séquito. No se atrevían a acercarse. Lo percibí desde el primer momento, y el motivo era innegable. Le temían a mi Alfa.
Sentí una ola de orgullo al notar la tensión en sus miradas, el temor que se reflejaba al enfrentarse a él. Incluso Sarah, que intentaba mantener su postura desafiante, flaqueó cuando Atka, el lobo de mi Alfa, se alzó con un poder imponente frente a ellas. Jamás lo había visto de esa manera, tan majestuoso, tan letal. Imposible apartar la vista de él. —¡Concéntrate, Claris! —gruñó Lúm