KIERAN:
Mientras terminaba de asegurar el pasadizo del refugio de mi madre, una sensación de incertidumbre se enredaba en mis entrañas. Sabía, con una certeza que rozaba la obsesión, que ningún enemigo, ni siquiera Sarah, sería capaz de encontrar este lugar. Este espacio era invisible incluso a los ojos más atentos.
Había dedicado tiempo a reacondicionar cada rincón del refugio, preparando este espacio minuciosamente, consciente de que podría convertirse en nuestra única garantía de supervivencia si la guerra se tornaba más brutal de lo que había temido. Observé el lugar por última vez. Claris, su madre y Clara estarían aquí con los cachorros, a salvo, o al menos eso quería creer. Confiaba en ellas. Pero, aun así, esa certeza no aliviaba el tormento. La sola idea de separarme de ellos, incluso por el más breve