Había pasado una semana desde su regreso de la villa. Una semana de una normalidad casi sospechosa. Isabel y Jared habían caído en un ritmo fácil, una domesticidad cómoda que se sentía como si llevaran años juntos. Las noches se dividían entre la casa de ella y la de él, y el pacto de "toda la verdad" se había convertido en la base sólida sobre la que construían su día a día.
Era martes por la noche. Isabel llegó a casa de Jared pasadas las ocho, sintiendo el peso de un día de trabajo infernal sobre sus hombros. La planificación inicial del proyecto Omnia era un monstruo logístico, y se sentía mentalmente agotada.
Jared le abrió la puerta y, antes de que ella pudiera decir nada, supo. Vio la tensión en su mandíbula, el cansancio en sus ojos.
—Misión abortada —dijo él con una suavidad que la desarmó al instante.
—¿Qué misión? —preguntó ella, confundida.
—La misión "Cena Romántica Perfecta que Había Planeado" —respondió él, tomándole el maletín y el abrigo—. Queda oficialmente cancelada