El sol de media tarde baña la plaza con demasiada intensidad para el gusto de Grigori, y es que la luz dorada e intensa de esa hora, se refleja en la superficie cristalina de la gran fuente que se alza frente a ellos siendo el centro de atención.
El guía del grupo, un hombre de mediana edad con una voz monótona, sigue hablando sin pausa sobre la historia y construcción de la fuente. Menciona fechas, arquitectos y anécdotas que, para la mayoría de los estudiantes, no son más que ruido de fondo mientras cuchichean entre ellos.
Y definitivamente, para Grigori no son más que eso.
Desde el momento que comenzaron con el recorrido, o desde que se detuvieron frente a la fuente, su atención no ha estado en el hombre que parlotea sin cesar y sin ánimo, sino en la persona a su lado.
Arman definitivamente es el único de todos ellos que realmente le está prestando atención al hombre.
Y es que el pelinegro observa con fascinación cómo los ojos del más bajo brillan de emoción mientras escucha atent