Una vez que cierra la puerta detrás de él, Arman es recibido por un aroma inconfundible: cigarrillo.
Frunce el ceño de inmediato. Y aunque en otro momento reñiría con Grigori por ese tema, justo ahora no está de humor para discutir sobre ello.
Con un suspiro cansado, avanza por el breve pasillo y entra del todo en la habitación y recorre el espacio con la mirada en busca de Grigori. El aroma del cigarrillo es demasiado fresco como para que él hubiese salido antes de su entrada.
Aunque en un principio no lo ve en ninguna parte, cuando escucha el sonido del agua correr en la ducha, entiende que él se encuentra allí.
—Claro que sí… —murmura para sí mismo, para luego dejarse caer pesadamente sobre la cama.
El colchón se hunde ligeramente bajo su peso, y Arman deja que su mente vague y se pierda en otra parte.
Con movimientos pausados, saca la carta de su bolsillo y la observa con detenimiento.
El papel es de un tono rosado pálido, con bordes doblados con mucho cuidado. Un aroma dulce flot