C99: Quiero que me ayudes.

Azucena mantuvo la cabeza gacha en señal de obediencia.

—Sí… claro, señor. ¿Qué quiere que haga?

Azhren esbozó una sonrisa torcida y, sin darle tiempo a reaccionar, extendió la mano y la tomó bruscamente del brazo.

—Ven. Te lo explicaré en cuanto lleguemos.

Azucena se sobresaltó ante aquel contacto repentino, pues el agarre en su brazo la hizo sentirse atrapada y vulnerable, pero no protestó. No se atrevió siquiera a emitir un quejido. El recuerdo de sus palabras y de su rango como Delta retumbaba en su mente: no podía desobedecer. Así que, en silencio, dejó que él la guiara con pasos largos por los pasillos del Gran Pabellón.

Azhren, fastidiado por la distancia hasta su propia alcoba, se detuvo frente a una de las muchas habitaciones vacías. Giró la manija y empujó las puertas sin dudarlo.

—Entra —ordenó.

Azucena obedeció y avanzó con pasos inseguros hacia el centro de la estancia, mientras él cerraba la puerta tras ellos. El chasquido de la madera al encajarse en el marco resonó dem
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