Sofía llegó a su apartamento abrazada a sí misma, cobijada por ese sentimiento de culpa y amor estrujado en su pecho. En cuanto la vio, Eve se levantó del sofá.

— ¿Sof…? ¿Qué pasa? ¿Estás bien?

Sofía alzó el rostro. Lágrimas sin derramar inundaban sus ojos. Temblaba.

— ¡Dios, Sofi! ¿Qué pasó?

— Lo amo… Eve. Amo a Marcus. Lo amo con cada médula de mi ser y yo… y yo… no sé qué hacer con eso — resolló Sofía, rompiéndose en pedazos.

Eve exhaló y corrió hacia ella, abrazándola con todas sus fuerzas, dándole el consuelo que sabía su amiga necesitaba.

— Ah, Sofi, no quería decírtelo, pero… te lo dije. Te dije que todavía tenías sentimientos por él y que todo eso… no iba a ser fácil.

— ¡Pero ellos lo merecen! ¡Esa familia… lo merece! — gruñó Sofía con rabia y rencor acumulado de años — ¡Lo merecen por todo lo que me quitaron! ¡Lo merecen por… haberme alejado tantos años de mi hija! ¡Mi pequeña! ¡Mi Camila!

— ¿Y él…? — preguntó Eve, tomando las manos de su amiga — ¿Crees que de verdad él tambi