Capítulo 36. El peso de la venganza
La mañana siguiente, el aroma a café y a tierra mojada hizo que Eve despertara. Al salir, todavía en pijama y descalza, vio a Alex en la cocina. Había dos tazas en la encima y unos documentos en los que estaba perdido.
— ¿Cuánto tiempo pasaré aquí? — preguntó Eve de pronto, jugando con sus dedos.
— El tiempo necesario.
— ¿Y cuándo podré ver a Sofía?
— Eso todavía no lo sé. Debo seguir el protocolo de seguridad.
Eve sonrió con sarcasmo, cruzándose de brazos.
— ¿El mismo protocolo de seguridad que no funcionó cuando murió la primera esposa de Marcus?
Los ojos de Alex se entrecerraron. El silencio que siguió fue denso.
— ¿Cómo sabes eso? — preguntó con frialdad.
Eve parpadeó, atrapada por un instante. Pero reaccionó rápido.
— Sofía me lo contó — respondió con tono neutro.
Alex no dijo nada. Solo la observó, meditando cada palabra. Pero Eve ya se había dado la vuelta, retirándose con pasos firmes.
El mundo de Sofía se había reducido a las paredes de aquella casa, pero en esos días, Marcus