Mundo ficciónIniciar sesiónSebastián observó desde su Bentley negro, estacionado a una distancia prudente del exclusivo restaurante L'Onyx. Sus manos apretaban el volante con tanta fuerza que sus nudillos estaban blancos. Ver a Valeria entrar al lugar, luciendo un vestido de seda rojo que parecía fuego líquido, ya era suficiente para herir su orgullo. Pero ver quién la esperaba dentro fue lo que encendió la verdadera furia en su sangre.
Dante Alighieri susurró Sebastián, su voz cargada de veneno. Dante no era un desconocido. Era el heredero de una cadena de hoteles en Italia y el rival histórico de los De la Cruz. Pero lo más importante: Dante había sido el hombre que siempre estuvo cerca de Valeria antes de su matrimonio, el que Sebastián siempre sospechó que sentía algo por ella. Dentro del restaurante, la atmósfera era muy diferente a la frialdad de la oficina. Te ves radiante, Valeria dijo Dante, levantándose para besar su mano con una elegancia natural. Madrid te sienta bien, aunque sospecho que es el sabor de la venganza lo que te da ese brillo especial. Valeria sonrió, una sonrisa real, no la máscara de hielo que le mostró a Sebastián horas antes. Gracias por venir, Dante. Necesito que Montes Group cierre el trato con tus astilleros antes de que Sebastián intente interferir. Haría cualquier cosa por ti, lo sabes respondió Dante, bajando la voz. Y por Mateo. ¿Cómo está el pequeño genio? Hackeó la seguridad de Sebastián hoy rió Valeria, tomando un sorbo de vino. Lo llamó "el señor de los gatitos". Dante soltó una carcajada que resonó en el lugar. Pero mientras ellos compartían un momento de complicidad, una sombra se cernía sobre su mesa. Qué reunión tan encantadora. No sabía que Montes Group buscaba aliados internacionales tan desesperadamente. Valeria no necesitó darse la vuelta para saber quién era. El aire se volvió pesado y el aroma familiar de Sebastián invadió sus sentidos. Se giró lentamente, recostándose en su silla con una elegancia letal. Sebastián. ¿Me estás siguiendo? preguntó ella, enarcando una ceja. Eso roza lo patético, incluso para ti. Sebastián ignoró a Valeria y clavó su mirada en Dante. La hostilidad entre los dos hombres era tangible, como dos depredadores disputándose el mismo territorio. De la Cruz dijo Dante, sin levantarse. He oído que tus acciones están cayendo. Quizás deberías dedicar menos tiempo a espiar a tu exesposa y más tiempo a salvar tu imperio. Sebastián dio un paso hacia la mesa, invadiendo el espacio de ambos. Valeria sigue siendo mi esposa ante los ojos de muchos círculos sociales. Y no voy a permitir que use mi pasado para jugar a la casita con un italiano de segunda. Ya no soy nada tuyo, Sebastián intervino Valeria, su voz cortante como el cristal. Y Dante es el hombre que me ayudó cuando tú me arrojaste a la calle. Si alguien tiene derecho a estar a mi lado, es él. Sebastián sintió una puñalada de celos tan intensa que casi pierde el control. La idea de que Dante hubiera estado con ella en sus momentos de vulnerabilidad, de que quizás él fuera el "padre" que Mateo conocía, lo volvía loco. ¿Es él? preguntó Sebastián, señalando a Dante pero mirando fijamente a los ojos de Valeria. ¿Es él el padre del niño? ¿Por eso volviste con tanto dinero? ¿Usaste a un Alighieri para financiar tu venganza? Valeria vio la oportunidad de herirlo donde más le dolía. Se levantó, se acercó a Dante y puso una mano sobre su hombro. Dante, captando el juego, la tomó de la cintura. Mateo tiene a alguien que lo ama y lo protege respondió Valeria con una sonrisa cruel. Eso es todo lo que necesitas saber. Ahora, vete. Estás arruinando mi cena. Sebastián sintió que el mundo se desmoronaba. El dolor en su pecho era físico. Ver la mano de otro hombre en la cintura de Valeria despertó un instinto posesivo que nunca supo que poseía a tal nivel. Sin decir una palabra más, se dio la vuelta y salió del restaurante, pero no se fue a casa. Marcos dijo por teléfono mientras caminaba hacia su auto, cancela todas mis reuniones de mañana. Quiero un equipo de vigilancia las 24 horas sobre Valeria Montes y el niño. Y busca un laboratorio de ADN que no haga preguntas. Voy a obtener esa muestra, aunque sea lo último que haga. Mientras tanto, en la mesa, Valeria se soltó suavemente del agarre de Dante. Su corazón latía con fuerza, pero no por amor, sino por la adrenalina del enfrentamiento. Sabía que Sebastián no se detendría. Lo había provocado, y ahora el monstruo estaba despierto. Ten cuidado, Valeria advirtió Dante seriamente. Sebastián de la Cruz no es un hombre que acepte la derrota. Está obsesionado, y un hombre obsesionado es capaz de cualquier cosa. Lo sé susurró Valeria, mirando hacia la puerta por donde Sebastián se había ido. Pero él no sabe que yo soy mucho más peligrosa de lo que él jamás imaginó. Esa misma noche, Mateo se despierta y le dice a Valeria: "Mamá, hay un hombre en el jardín mirando hacia mi ventana". Sebastián ha ido a la casa de Valeria, incapaz de esperar a la vigilancia, decidido a ver al niño de cerca una vez más.






