Hoy ha sido un día de locos. Al llegar a la empresa por la mañana, los paparazzi no me dejaban avanzar. Tuve que conducir con determinación, dándoles a entender que no me detendría por más que se colocaran delante. El portero vino en mi ayuda y, al fin, pude entrar.
En el trabajo, aunque todos me saludan, ahora me doy cuenta de que lo hacen de manera diferente. Algunos me miran con envidia, otros como si fuera una arribista, y hay quienes me miran con desprecio, dándome a entender que soy la peor de las mujeres.Yo he realizado mi trabajo como siempre; Lúa ha discutido a cada rato con alguien. Le dije que hiciera oídos sordos, pero para ella eso es algo imposible. He venido al baño; por suerte, no hay nadie. Estoy dentro de un cubículo orinando cuando siento que entran varias mujeres.—Qué descarada es Clío, tan honrada y decente que se hacía, y mira qué bien