Después de dejar a mis padres en manos de la doctora Susan, David, Martín, Enrico y yo bajamos a la sala central para contarle a los demás lo que habíamos encontrado en los túneles debajo de la casa.
—David, tienes que encontrar los archivos de hace seis años —le pedí mientras subíamos. —¿Estás seguro de que en esa época aún funcionaban las cámaras de seguridad? —Sí, Leo, nunca se apagaron —me respondió casi en un susurro nervioso. —¿Tú las apagaste? —No, no lo hice —contesté pensativo. Si las cámaras hubieran estado funcionando todo este tiempo, podríamos ver todo lo que había sucedido desde la supuesta muerte de nuestros padres. David asintió lentamente, pero giraba la cabeza hacia donde habíamos dejado a nuestros padres. Sab&ia