Sentí que mis emociones empezaban a desbordar y que mi corazón se llenaba de una alegría inmensa, como si los fragmentos de mi vida finalmente encajaran de manera perfecta. Mi padre me estrechó con fuerza, y en sus brazos encontré ese refugio que siempre parecía devolverme la paz que necesitaba.
—Te mereces todo esto, y más, hija —susurró papá, emocionado, el peso de los años y las ausencias pasadas eran telón de fondo para esta confesión—. Sabes que estoy orgulloso de ti y del amor tan genuino que has construido. Hija, ya es tiempo de que descanse tranquilo. Así que este era tu sueño, venir a esta isla. Recuerdo que tu madre se quedó enamorada de ella cuando vinimos. Cuando nos soltamos, sentí cómo el ambiente se había llenado de cálida armonía. Leonard, que nunca dejaba escapar ningún detalle, a