Asintió y avanzó un poco más, hasta quedar frente a la mesa. Se detuvo un momento, mirándome fijamente.
—Es buena idea. Por favor, ¿puedes alcanzar mi bolso en la cocina? Deja que termine de tomarme el café, lo necesito. ¿Quieres uno? —pregunté con amabilidad.—No, ya tomé en la cocina, cariño —dijo enseguida—. Espera aquí, toma con calma tu café, ya te alcanzo el bolso. Termina despacio y luego nos vamos.Me quedo observando el hermoso jardín; está todo florecido. El sol, a esta hora de la mañana, es agradable. Aspiro el olor de mi café, doy pequeños sorbos. Cierro mis ojos para disfrutar de la agradable sensación que me provoca el sol al chocar con mi piel, cuando unos gritos y risas hacen que gire mi cabeza para observar a mi Leo, riendo feliz en brazos de una hermosa chica que se lo come a besos en su cara. &iq