Ella sollozó más fuerte y negó con la cabeza, sus dedos aferrándose a mí como si temiera que desapareciera. Henry, desde el otro lado de la sala, observaba en completo silencio, con las manos apretadas en puños. Su respiración era pesada, y por un momento pensé que él también iba a perder el control.
—No llores, mira, estoy bien —le repito, tratando de tranquilizarla—. Henry, espero que no le digas esto a nadie, a menos que sea necesario. No obstante, tenemos que desenmascarar a quien está haciendo esa campaña en contra de Leonard.—Te lo prometo, Clío, de mis labios no saldrá nada —me asegura Henry, y sé que puedo confiar en él, como lo hago en mi amiga—. Lúa y yo hemos estado investigando qué pasó esa noche. Simón nos estuvo contando algunas cosas, aunque no estamos seguros de si es cierto.Me