Kael

La luz del amanecer se filtraba por las ventanas de mi habitación mientras repasaba mentalmente cada palabra compartida con Auren la noche anterior. Había revelado demasiado, mucho más de lo que debería permitirme como comandante de la guardia del príncipe Darius. Los documentos sobre la mesa confirmaban mis temores: la situación en la frontera empeoraba y las tropas de Valoria se movían con una precisión que solo podía significar que alguien desde dentro filtraba información.

Me pasé la mano por el rostro, sintiendo el peso de la barba incipiente. Dormir se había convertido en un lujo que ya no podía permitirme. No cuando cada hora que pasaba significaba estar más cerca de Auren y más lejos de mi deber.

—Comandante Kael, el príncipe solicita su presencia —anunció uno de mis hombres desde el umbral de la puerta.

—Estaré allí en un momento.

Guardé los documentos en un compartimento secreto bajo una tabla suelta del suelo. Información que ni siquiera Darius conocía en su totalidad.