A través de los ojos de Soledad
Ver a Sandra sobre las piernas de Saúl fue, además de humillante, un llamado a escapar. Ninguno de los dos tuvo la mínima consideración hacia mi persona. Mi "mejor amiga", que hacía mucho dejó de serlo, restregaba su romance con mi novio ante mis ojos, y Saúl, mi novio, hacía de todo por mantenerla feliz mientras yo cargaba con la amargura de su desprecio. En ese momento estaba tan cansada de todo que al final me daba igual. No medí las consecuencias de mis actos y salí. Desde mucho antes quería escapar de todo, olvidar mi nombre, el estatus las estafas y las apuestas, todos apostaban al mejor postor pero yo quería apostar a mi libertad. Ese día en particular, tal vez por los dos tragos que consumí, estaba convencida de tener un gran valor. Mi ser y mi esencia eran invaluables y nadie podría comprar con dinero mi personalidad porque era única. Convencida de merecer algo más que las migajas de amor que me daba Saúl, lo abandoné... En otras fiestas me ponía a llorar, a reclamar y pelear por Saúl, mientras él, alardeando de mi amor, simplemente me ignoraba o me enviaba a casa con su chófer. Como todo comienzo, aquella noche, al salir, sentí miedo y descubrí con pesar que mi fortaleza se evaporaba. Me enfrenté desde lo alto a la ciudad desafiante. Por un momento, el tiempo se congeló mientras contemplaba la ciudad; todo parecía un lienzo en el cual se encontraban plasmadas historias, sombras y luces. Miré el cielo, y en su manto oscuro de terciopelo vi dibujado en las estrellas un sendero que me llenó de paz y esperanza. El zumbido constante del tráfico a lo lejos me trajo a la realidad. Necesitaba continuar con mi camino. Me puse a correr cuando el murmullo de hombres que se aproximaban se mezcló con el viento nocturno. Sentirlos demasiado cerca me regresó a mi objetivo inicial: huir. Para evitar que las lámparas me delataran, seguí por un estrecho sendero hacia la ribera del río. Me quedé quieta, oculta tras una gran roca bajo el puente. Empecé a temblar de frío mientras sentía mi corazón palpitar de una forma tan fuerte que parecía que se iba a salir de mi pecho. Intenté calmarme recordando a mi abuela y nuestras caminatas nocturnas por los parques y plazas; una lágrima silenciosa rodó por mi mejilla. La extrañaba tanto, ella era mi refugio y guarida... Mi corazón se fue calmando a medida que dejaba pasar el tiempo. A pesar del frío, me dediqué a esperar, cerré los ojos y pude escuchar el suave susurro del viento entre las hojas, y sentir el aire fresco de la noche jugando suavemente con mi cabello. Supe que no estaba sola, mi abuela siempre me acompañaba y, a través de esa calma, algo me empujaba hacia adelante en cada paso. Cuando salí de mi escondite, me di cuenta de que no era tan fuerte. Empecé a temblar de miedo, después de todo; todavía quería llorar, pero mis ojos ya no tenían más lágrimas. Me sentía cansada de luchar por un lugar que claramente no era mío. En la vida de él, yo era menos que la servidumbre; hasta con ellos mi novio tenía un trato gentil y considerado. Yo nunca entendí por qué cambió, él me trataba como si mi sola presencia estorbara, no sabía en qué parte de nuestras vidas se quebró nuestro amor. Él no me quería cerca, pero no me dejaba ir, era como una horrible decoración de lujo de la que no se podía desprender. Apreté mis puños y pensé: en volver pero el destino ya estaba escrito." —¿A dónde vamos, gatita? —preguntó (el apodo de Sandra, hasta en eso se confundió) y mi sangre se congeló. En ese instante quise desaparecer, sentí que la vida se me iba, si es que se le podía llamar vida... Mi vida de niña rica, envidiada por muchos y entendida por pocos, ha sido un completo caos. Soy la única hija del matrimonio Sampedro Bernal, aun así, soy para ellos únicamente una moneda de intercambio comercial. El novio que tengo también es por ellos, sobre todo mi mamá. Desde que conoció a Saúl se empeñó en que me relacionara con él; de niños, como amigos, obviamente, ya adolescentes nos impulsó a ser novios y ahora que él tiene veinticinco y yo veintitrés nos empuja a casarnos. Ella dice que nos va a ir bien porque nos conocemos desde niños. Nuestra relación fue una mala decisión desde el principio. Una simple apuesta de amigos lo declaró ganador y el premio principal era yo. En nuestros primeros pasos la relación fue bonita: salidas, películas, fiestas… pero nos corroímos en el camino. Él empezó a hacerme daño y yo me despersonalicé con cada gesto, grito y desplante. Yo quería separarme, mas el solo mencionar una separación, para mis padres, sobre todo para mi madre, le resultaba la más grande traición. Según ellos, Saúl era un caballero en toda la extensión de la palabra, "mi novio y amigo incondicional", el novio que muchas deseaban y yo tenía, pero que en realidad no conocían cómo era, ignoraban todo mi sufrimiento. Él, guapo, adinerado, el único heredero de la fortuna incalculable de los Casas, estudiante del tercer año de medicina de la mejor universidad del país, obviamente, aunque él no sepa siquiera a qué hace referencia el sistema nervioso, es el mejor de la clase. Practica judo como pasatiempo, es presidente de "Humanos por la vida", una fundación de ayuda a personas de escasos recursos económicos para el cáncer y otras enfermedades catastróficas, "una fachada para lavar dinero". Lo dicho, una joya que brilla con luz propia en un mundo en el que no encajo. Me siento completamente frustrada. Quién mejor que yo para saber la verdad sobre mi vida y parte de la pomposa vida de Saúl… Saúl es, con mis padres, un joven intachable, respetuoso, gentil, caballeroso y detallista. Con mi madre él es amable y podría decir hasta cariñoso, pero conmigo es otra historia: posesivo y celópata como ninguno, desconsiderado. Lo he visto serme infiel de frente, por eso me arrepiento de todos los años perdidos junto a él. Si un día lo llegué a amar, hoy lo aborrezco con toda mi alma. He intentado dejarle, pero por desgracia no puedo, por el mismo motivo que mis padres no llegan a divorciarse. Creo que ambos estamos hastiados el uno del otro, pero yo conozco tanto de la vida de Saúl que, antes de terminar la relación, estaría sentenciada a morir. Él es peligroso. A veces pienso que busqué en otras personas lo que en casa no encontré. Mis padres no se divorcian para guardar las apariencias de un matrimonio estable; eso les da mayor fuerza en los negocios. Para ser sinceros, más de uno sabe que ese matrimonio lleva años acabado; mis "amigos" (excepto Selena) están conmigo por la fiesta y el prestigio de solo nombrarme y escalar a un nivel que posiblemente jamás alcanzarán.