OBSERVADA.
AURA.
Apenas Chloe me deja sola, sacudo la cabeza, obligándome a desechar el misterio de Lyam y mi amiga. Conecto la grabadora y en menos de quince minutos he transcrito los puntos clave, editado la jerga erótica, y tengo una versión limpia lista para presentar.
No pasa mucho antes de que el intercomunicador de mi cubículo emita un chasquido.
— Stone, en mi oficina.
— Enseguida, Señor Hayes.
El Señor Hayes, mi director, me espera detrás de su escritorio. Su oficina es un santuario de desorden organizado.
— Siéntese, Stone. Cuénteme. ¿Valió la pena el traje?
— Valió cada centavo, Señor Hayes —digo, dejando mis notas sobre su escritorio—. El artículo inicial está listo. Conseguimos el material sobre el lanzamiento, la filosofía de la "brutalidad controlada" de Jones, y la justificación de El Perfume del Villano. Para el periódico, tenemos una primicia sólida.
Hayes asiente, su expresión es seria.
— Bien. ¿Y qué sigue?
— Ahí es donde necesito una semana de gracia. Jones terminó la entrev