Para Leonardo, la confesión de Sofía Mangano fue impresionante. Fue algo que lo tomó por sorpresa, y peor aún, como si hubiera detenido el tiempo. La mira fijamente a los ojos, sin tan siquiera parpadear.
Mientras que Sofía siente temor al rechazo. Ella sabía que no debía amarlo, pero su terco corazón se empeñó en hacerlo sabiendo que clase de persona es Leonardo Di Napoli.
Ella traga grueso, y lo mira sin romper esa conexión, esa química en la que el silencio dice más que mil palabras.
—¡Leonardo!— grito Alexander, ya habiendo subido en el helicóptero —¡Aterriza maldición!— espeto
—¡Sofía, Sofía!— Maggie está llena de terror con tanta masacre, y lo que más desea es que Sofía está a salvo
Leonardo suelta a Sofía sin decir una sola palabra, sin embargo no la deja de mirar y viceversa, es que era algo que ese hombre no se esperaba.
—¡Hermano!— Alexander empieza a disparar al ver más enemigos
Leo lo voltea a mirar y siente un fuerte dolor de cabeza que lo hace cerrar los ojos por