—Leonardo... aun estando así de mal, ¿te atreves a tener sexo conmigo? —Sofía se acerca cuidadosamente.
—Esto no debe ser ningún impedimento, es que muero por sentirte, Sofía. No sé qué carajos me hiciste, pero fuiste muy inteligente.
—Digamos que esta niñera con curvas te hizo perder la cabeza.
—Eso no lo discuto —dijo él al tenerla a escasos centímetros.
—Haré lo que se pueda, no me quiero arriesgar a perder.
—Me perderías si solo me das probaditas y no todo completo.
—¡Leonardo! —ella se sonroja— Tenemos mucho de qué hablar…
—Lo haremos luego, ven aquí —la toma de las nalgas.
—No hagas fuerza… —ella se sube encima de él— ¿Seguirás siendo un mafioso?
—Lo hablaremos luego.
—Quiero hablarlo ya. Los mellizos sufrieron y no quiero más esta angustia en mi corazón de si volverás con vida a casa.
—Ya hablé con Alexander, estoy fuera de ese mundo. ¿Feliz? ¿Ahora sí le puedes dar a tu hombre lo que tanto pide?
—Más te vale, porque si no, este cuerpecito no lo volverás a ver —ella le sonríe y