Celina lloraba, las manos temblorosas sobre el vientre.
— Estoy cansada, Tati. Tan cansada. Solo quería paz, ¿sabes?
Tatiana intentó mantener la voz serena, acogedora.
— Tienes dos opciones, Cê… seguir con él, con paciencia, o seguir sola. Como querías al principio. No hay un camino correcto o equivocado. Solo existe lo que necesitas ahora. Y lo que necesitan tus bebés.
Celina sorbió por la nariz.
— Es que yo… yo lo quiero, Tati. Tú, más que nadie, sabes cuánto luché contra este sentimiento. Pero todo está tan confuso.
— Lo sé, amiga. Lo entiendo. Roberto y yo también tuvimos un comienzo difícil. Muy. Lo recuerdas… y míranos ahora. Estamos bien. Felices. Intentando quedar embarazados desde hace meses, y aunque no lo hemos logrado aún, seguimos firmes. Hay amor. Hay respeto. Si tú crees que vale la pena intentarlo con Thor… entonces inténtalo. Pero si es para sufrir, para vivir con inseguridad, elígete. Protégente.
Celina asintió, aunque Tatiana no pudiera verla.
En la planta baja de l