Sostuvo la mirada con seriedad, pero también con humanidad.
—Yo también cometí errores, Isabela. No debí haber aceptado aquel matrimonio, y menos aún sabiendo que tú tenías sentimientos. Nunca debí haberme acostado contigo. Perdóname también. Ahora… sigamos adelante. Estoy seguro de que podrás reconstruir tu vida.
Isabela negó con la cabeza, los hombros caídos, como quien por fin se despoja del peso de una ilusión.
—Hoy sé que lo que sentía por ti era una enfermedad. Pero estoy curada. Estoy segura de eso.
Thor apretó la mano de Celina, como si quisiera que ella fuera testigo de la sinceridad en sus palabras.
—Si estamos aquí, es porque creemos que estás cambiando. Nunca habría permitido que mi esposa viniera a este lugar si pensara que sería en vano.
Celina se inclinó ligeramente hacia adelante, con la voz impregnada de ternura.
—Entonces… ¿aceptas mi propuesta? Todavía eres joven, Isabela. Cuando salgas de aquí puedes darle un nuevo rumbo a tu vida.
Isabela sonrió entre lágrimas, el