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362 – HABÍA UN ABISMO

Tatiana sonrió también.

—Amiga, ¡hubo un momento en que él estaba peor que yo! Pero al final todo salió bien. Enzo llegó precioso, sano... y no puedo dejar de mirarlo. Es un milagro.

—¿Y cómo están esas niñas hermosas? —preguntó Tatiana, con ternura.

—¡Están perfectas! —respondió Celina, señalando discretamente a la niñera—. Gorditas, hambrientas... Acabo de amamantar a Antonella y ahora tengo a Safira aquí. Ella es más tranquila.

—Ay, amiga... Amamantar es tan mágico, ¿verdad? —dijo Tatiana, con los ojos llenos de lágrimas—. Su olor, su piel suave... Lloré tanto cuando nació. Roberto también lloró.

—¡Por supuesto que sí! —bromeó Celina—. ¡Lloró, se desmayó... hizo el paquete completo!

Las risas llenaron la videollamada, ligeras, como merecía el momento.

—Amiga, ¡se parece completamente a ti! —dijo Celina, observando con atención el rostro de Enzo.

Tatiana negó con la cabeza.

—No, amiga, tiene los ojos de Roberto. Son azul grisáceo. Va a ser un galán igual que su padre.

—Por lo menos
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