El impulso de girar el pomo fue inmediato. Quería ver si ella estaba bien. Quería decirle... algo.
Pero entonces recordó la pelea. La mirada que ella le había lanzado. Las duras palabras. Sintió un nudo en el pecho, la vergüenza por su propio comportamiento aún latente.
Antes de decidir abrir la puerta, algo lo distrajo: el sonido de su celular, vibrando sobre la cama.
Miró sin intención de acercarse, pero el nombre que apareció en la pantalla lo cautivó:
«Gabriel».
Su sangre hirvió. Se quedó paralizado durante dos segundos. El móvil sonó hasta que se detuvo y, por un momento, todo quedó en silencio, excepto por el sonido de la ducha, que seguía constante.
Entonces apareció una notificación en la pantalla.
«Linda, te echo de menos».
Thor cogió el móvil sin pensarlo. Leyó esa frase y sintió que algo se le rompía por dentro. Se quedó quieto un momento, asimilando el impacto. Se le contrajo el pecho. No tenía absolutamente ningún derecho a sentir nada, pero la sensación de incomo