Había pasado una semana y Celina estaba completamente sumergida en su nuevo libro. Los días transcurrieron serenos, pero dentro de ella persistía una melancolía difícil de disipar. Habló con Emma algunas veces, intercambió mensajes con Tatiana y Roberto —que insistían en que ella y Thor los visitaran en Suiza— y también conversó con Gabriel. Cuando se enteró de que él estaba oficialmente de novio, Celina se sintió radiante. Gabriel era una persona increíble, siempre ponía a los demás primero y, por fin, parecía estar recibiendo un poco de la felicidad que tanto merecía.
Era viernes. Celina pasó la semana introspectiva, a pesar de todos los esfuerzos de Thor por hacerla sonreír. Él fue paciente, presente. En ese momento estaban en la habitación, acostados, viendo cualquier serie. Thor la abrazaba de lado, pero notó que, en silencio, las lágrimas corrían por los ojos de Celina.
No dijo nada de inmediato, simplemente siguió acariciándole el cabello hasta que, alrededor de las siete de la