Celina seguía sentada en el sillón, inmóvil, con los ojos muy abiertos, tratando de procesar la escena que había presenciado minutos antes. Su corazón latía aceleradamente, como si quisiera salirse por la boca. La habitación del jet... Thor... y la azafata.
Se llevó la mano a la cabeza, tratando de contener la confusión. ¿Por qué le afectaba tanto? No tenían nada. Thor era solo su jefe. Un hombre libre, capaz de hacer lo que quisiera con su vida. ¿Y ella? Ella solo fue una noche. Una maldita noche de entrega que, para él, probablemente no significó nada.
Las lágrimas comenzaron a caer antes de que pudiera contenerlas. Fluyeron silenciosamente, calientes, cargadas de una mezcla de rabia, frustración y, sobre todo, dolor. ¿Por qué le dolía tanto?
El móvil sonó en su regazo. La pantalla se iluminó con el nombre: César. Una videollamada en WhatsApp. Celina miró el dispositivo como si fuera un enemigo y, sin dudarlo, lo rechazó. Lo último que quería era escuchar la voz del hombre que había