El jet privado de Thor aterrizó suavemente en el hangar reservado del aeropuerto de São Paulo. Ya era tarde por la noche cuando descendieron de la aeronave y caminaron hasta el coche estacionado a pocos metros. Estaban exhaustos del viaje, pero Celina no podía contener la emoción de volver por fin a Brasil y poner en orden su vida.
Ya dentro del coche, Celina se acomodó en el asiento mientras Thor maniobraba para salir. Durante el trayecto, su mirada se perdía entre las luces de la ciudad. El silencio se rompió con su voz suave y animada.
—Amor, ¿has pensado cómo haremos cuando sepamos el sexo de los bebés? —preguntó, acariciándose la barriga todavía discreta—. Estaba pensando si hacemos un baby shower, un “reveal” o quizá algo más íntimo, como una cena con nuestros amigos más cercanos.
Thor sonrió de lado, pero su mirada seguía atenta al retrovisor. Desde que salieron del aeropuerto, algo no iba bien. Un coche negro, con los cristales tintados, mantenía una distancia constante detrás