Thor terminó de beber el café, se limpió la boca con la servilleta y se levantó.
—Sorpréndeme, doña Lucía. Confío en tu talento.
Ella se rió fuerte, moviendo la cabeza.
—Voy a preparar algo bien rico entonces.
Thor se acercó y le dio un beso cariñoso en la cabeza.
—Voy a cabalgar un poco y resolver unas cosas. Si Celina despierta antes de que regrese, dile que salí, pero que vuelvo antes del almuerzo, ¿está bien?
—Puedes estar tranquilo, mi hijo. Ve con Dios.
Thor saludó con la mano, tomó su sombrero y salió por la puerta principal, dejando atrás el olor a café, pastel y la serenidad de un hogar.
Celina despertó con la luz suave de la mañana penetrando por la ventana. Tomó el celular y, al ver que ya eran las 10h, se estiró perezosamente. Sintió el frío suave que venía del campo y decidió levantarse. Caminó hasta la ventana, la abrió, y una brisa helada acarició su rostro. Cerró los ojos por algunos segundos, inhalando profundamente el aire fresco, sintiéndose renovada. El camp