Después de ese momento de entrega entre los dos en el jacuzzi, Thor fue a la sala para recibir el servicio de habitaciones con la cena.
La mesa estaba puesta con esmero. Velas encendidas, una botella de vino tinto abierta, platos cuidadosamente arreglados. La comida exhalaba un aroma delicioso, pero era el clima entre ellos lo que realmente calentaba el ambiente.
Celina apareció con el cabello aún húmedo, recogido en la bata blanca que envolvía su cuerpo con ligereza. Thor ya estaba sentado, también en bata, y sonrió al verla entrar.
—Ven, siéntate aquí conmigo.
Ella se acercó, y él le acercó la silla con un cariño casi tímido. Tan pronto como se acomodó, él tomó su mano sobre la mesa y besó despacio el dorso de ella.
—Estás hermosa —murmuró, mirándola a los ojos.
Celina solo sonrió ligeramente, desviando la mirada con cierta timidez. Thor se sirvió un poco de vino e hizo lo mismo para ella, manteniendo su mano entrelazada con la de ella todo el tiempo. Comieron despacio, sin pri