La madrugada estaba silenciosa, envuelta apenas por el sonido sutil del aire acondicionado y la respiración acompasada de Thor. Celina, acurrucada en sus brazos, sentía el calor del cuerpo de él calentándola como una manta. Dormían de cucharita, y ella se sentía protegida ahí, encajada perfectamente en sus brazos. Pero algo inesperado comenzó a molestarla. Un deseo incontrolable, insistente, hizo que sus ojos se abrieran de repente.
"Necesito algo dulce."
El pensamiento vino como una urgencia.
Con cuidado, quitó las manos de Thor de la cintura, moviéndose con delicadeza para no despertarlo. Él murmuró bajito, pero no despertó. Celina se levantó, poniéndose las chancletas y tomando el celular de la mesita de noche: 3:00 de la madrugada.
Caminó hasta la pequeña cocina de la suite. Abrió los armarios uno por uno, pero nada ahí parecía atractivo. Fue hasta la nevera y, al abrir la puerta, sus ojos brillaron: dos envases con rebanadas de red velvet, perfectamente empacadas. Sonrió como