Fernando cerró la puerta despacio, mirando a Thor con las cejas fruncidas.
—Hermano... ¿qué pasó?
Thor soltó un largo suspiro, se pasó la mano por el rostro y se dejó caer en la silla.
—Nada.
—¿Nada? Estás pálido, con la mandíbula tensa y la mirada de un león enjaulado. Te conozco, Thor. Nunca te vi así por ninguna mujer.
—Celos. Míos. Y ella no los acepta.
—¿Y te extraña? —Fernando sonrió de lado—. Tú, el tipo más cerrado que conozco, ¿ahora enloqueciendo por una mujer?
—Ella me afecta —Thor admitió, mirando hacia la puerta por donde había salido—. De una manera que nadie nunca me afectó. Ni Karina. Con Celina todo es intenso, real... Y al mismo tiempo, parece que puede escurrirse entre los dedos en cualquier momento.
Fernando cruzó los brazos, serio ahora.
—Mira, voy a ser directo. Tienes que tener cuidado con ese temperamento tuyo. Siempre fuiste posesivo. Pero Celina no es el tipo de mujer que se dobla ante eso. La vas a perder si no aprendes a confiar.
Thor no respondió