Thor dejó la bandeja en la mesita lateral y se sentó en el borde de la cama, tomando la mano de ella entre las suyas.

—Traté de dormir, pero... estabas ahí, durmiendo, y me quedé atrapado en todo lo que conversamos, en lo que viene por delante. —Apretó ligeramente los dedos de ella—. Y quería aprovechar cada segundo a tu lado. Sin distracciones.

Celina se mordió el labio inferior, el corazón acelerándose con esas palabras.

—Thor... —comenzó, con la voz quebrada— ayer fue muy importante para mí. Que me escucharas, me acogieras, me permitieras ser vulnerable... eso significó mucho.

Él llevó la mano de ella hasta los labios y la besó con delicadeza.

—Solo quisiera poder arrancar todos tus miedos con una promesa. Pero sé que las palabras no bastan. Te voy a mostrar, día tras día, que estoy aquí. Y que no me voy a ir —dijo con firmeza.

Ella se inclinó, apoyando la frente en la de él, los ojos cerrados.

—Tengo miedo, Thor... pero quiero intentar.

Él sonrió y susurró:

—Yo también. Y