Thor la encaró, serio, la mandíbula tensa.
—Exactamente. Apenas nos conocemos. Y aun así, me afectas de una manera que me saca de balance —dijo, casi en un desahogo impulsivo, pero luego se calló, como si hubiera hablado de más.
Celina se quedó inmóvil por algunos segundos, sorprendida por la sinceridad inesperada.
Thor volvió a hablar:
—Siempre pareces estar escondiendo algo —dijo finalmente, la voz más baja, cargada de algo que se parecía a la frustración.
—Y tú siempre pareces querer controlar lo que no tienes derecho —replicó, con firmeza.
Hubo un silencio tenso entre los dos. Thor bebió un sorbo del whisky. Celina volvió a comer, aunque el apetito había disminuido drásticamente.
Thor inclinó el cuerpo hacia adelante, la voz baja, pero llena de veneno.
—Lo que no entiendo, Celina, es esa pose tuya de mujer herida, cuando claramente... ya seguiste adelante. ¿O será que fue solo una noche también con él?
Ella puso los cubiertos sobre el plato con cuidado.
—No tengo obligaci