Celina cogió los cubiertos con más fuerza de la que debía. Empezó a comer, pero apenas podía tragar la comida. El olor de la salsa le parecía nauseabundo, el sabor ni siquiera destacaba. Thor, por su parte, comía tranquilamente, distraído con algún documental que pasaba en la pantalla frente a él.
Celina respiró hondo. ¿Estoy exagerando? —pensó—. ¿O es que él está fingiendo no darse cuenta?
Intentó esforzarse y comer un poco más. Cada bocado parecía pesar una tonelada. Definitivamente, todo estaba insípido. La incómoda presencia de la azafata y la forma en que coqueteaba descaradamente con Thor le hicieron perder completamente la concentración y el apetito. La duda que tenía sobre su actitud ante aquella escena incómoda la corroía por dentro. Con su supuesto «malestar», no conseguía discernir si realmente estaba ajeno a la situación o fingía no darse cuenta. Parecía tranquilo, entretenido con cualquier documental.
Agotada, Celina tomó el vaso y bebió un poco de agua. Luego se recost