Capitulo 2

Después de platicar con mi familia por videollamada decido salir a dar un paseo, ya que desde que llegué a este país me dediqué a trabajar. Fui a un centro comercial muy conocido, compré algunas cosas, entré a casi todas las tiendas, cuando me dio apetito busqué un buen restaurante cerca de la zona y seguí el G****e Maps. Al llegar al lugar entre y tome asiento en una de las mesas que tenía vista a la avenida principal, me encontraba observando el exterior cuando una voz me hizo voltear. Es una chica muy hermosa, tiene unos ojos grises espectaculares, es rubia, tiene un perfil hermoso. De verdad tiene todo para ser modelo, es alta, creo que 1.70. Delgada con todos sus atributos perfectos para su pequeño cuerpo, me quedo hipnotizado tanto así que no logró prestar atención a lo que sale de sus labios.

—señor, señor, ¿se siente bien?—su voz me hizo reaccionar, así que me aclaro la garganta antes de hablar.

—-disculpe, me quedé perdido en su belleza—me molesto escuchar ese comentario, todos los clientes que entran a este lugar piensan que me pueden conquistar solo porque soy mesera.

—Buenas tardes, ¿qué desea de comer y tomar? Puedo recomendarle el menú del día, estoy segura de que le encantará.

Ella ni se inmutó ante mi presencia y eso me descolocó, no sabía si sentirme ofendido o inseguro, es la primera vez que una mujer ignora mi físico y mi acento tan deliberadamente. Es que al parecer ni escucho el comentario que hice sobre su físico.

— me puedes traer el menú del día y una copa de vino tinto chianti del 2001, por favor.

—creo que no disponemos vino de esa marca, es la primera vez que lo piden, pero voy a consultar y vuelo— me sentí intimidada cuando ese hombre habló con tanto conocimiento del vino, justo en ese momento fue que lo detalle físicamente y note que era un empresario extranjero, sentí vergüenza, pero fui rápido a platicar con el encargado de las bebidas.

No podía dejar de observar a la chica, la seguí hasta que se perdió en la cocina, después pensé en lo que me había dicho con relación al vino y comprendí lo importante que era inaugurar nuestra sede para surtir a todos los restaurantes del lugar.

***

Volví a la mesa del extranjero con mucha vergüenza por no tener la bebida que él quería

— lamento mucho decirle que disponemos de ese vino, pero puedo ofrecerle otro.

—no, gracias podrías traerme una gaseosa. 

—disculpe, prometo que la próxima vez lo tendremos para usted.

—No te preocupes hermosa, la próxima vez seré yo quien traiga el vino— Ella volteó los ojos— sabes, eres la mujer más hermosa que he visto en mi vida y creerme cuando te digo que he viajado por todo el mundo, soy Luigi Esposito Chianti, mucho gusto.

 Ella observó mi mano y no la tomó.

—señor, yo estoy aquí para brindarle un servicio, no para conocer personas, si me disculpa iré por su comida— me había rechazado por segunda vez en un día, eso en vez de generarme algún tipo de malestar me lleno de intriga. Así que termine sonriendo como un tonto, fui un incrédulo al jugar la carta de mi nombre, pensé que se presentaría al saber que era el dueño del edificio que estaba por inaugurarse, pero no, o sea ni siquiera relaciono mi apellido con el vino que le pedí ja, ja, ja. Si le contara esto a mis hermanos estoy seguro de que se burlaban de mí toda la vida, mi ánimo había mejorado mucho, estaba dispuesto a conquistar a esta hermosa Argentina. Ella trajo mi comida y yo me dediqué a degustar mientras la observaba trabajar, era una mujer muy profesional y seria en lo que hacía, no pasaban desapercibidas para mí todas las miradas que les dedicaban los hombres presentes en el restaurante. Pero ella los ignoraba peor de como lo había hecho conmigo y eso me gusto, no sé por qué, pero me sentí orgulloso de su carácter. Era refrescante conocer a alguien así, ya que siempre era el centro de atención de las mujeres en cualquier lugar que llegara. Por esa razón había tenido miles de aventuras, cuando mis hermanos estaban solteros solíamos salir a cualquier bar y pasarla bien, eso nos libraba de compromisos más teniendo unos padres casamenteros como los nuestros.

Cuando terminé de comer ella se acercó, me trajo la cuenta, yo por supuesto no perdí oportunidad de tocar su mano en el proceso, pero ella la retiró de manera inmediata, más pude sentir que mi tacto la sorprendió y eso era una buena señal. Pagué la cuenta, eran 30 mil pesos y yo le dejé 50, el resto era propina.

Cuando conté el dinero casi se me salen los ojos. 

—señor, se ha equivocado, espere su cambio. 

—no me he equivocado, ¡el resto es tu propina!—ella trató de alegar, pero no le di tiempo porque me coloque de pie y me marche, es obvio que no podía pelear conmigo por la propina, ya que es impropio.

Tenía una mezcla de sentimientos, por un lado, estaba enojada y hasta ofendida por la cantidad de dinero que ese Italiano me había dejado, pero por el otro estaba feliz porque era un dinero que me caía muy bien. El punto era que el tomarse eso como otra cosa, quizás pensaba que así yo caería rendida a sus pies, pero le demostraría que conmigo eso no funcionaba.

Salí victorioso del restaurante, a ella no le había quedado más que tomar su propina, subí a mi auto, coloque música a todo volumen y comencé a conducir en dirección a casa mientras sonreía y recordaba cada segundo que pase en ese lugar. Juro que conquistaré a esa mujer, estaba totalmente determinado a conseguir mi objetivo y es que como un hombre de negocios que soy no acepto, un no como respuesta nada me ha quedado grande en la vida y ella no será la excepción.

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