Hoy es un día especial para nosotros y el ultimo de esta historia, Pablo yo por fin uniremos nuestras vidas como debe ser.

Yo con mi vestido hermoso corte de princesa, Pablo con su saco negro, camisa vino y una corbata que combina a la perfección, mis hijos con traje entero, vestidos igual que Pablo.

Pablo y los niños se habían ido adelante con Andrea, en un auto ejecutivo, mis amigas ya esperaban con sus familias en la iglesia, Yanis de la mano de Kike, Mili del brazo de Jeffry y Patri, del brazo de Chris, con dos meses de embarazo y con planes de boba en los próximos dos meses.

Pablo como el hombre encantador, esperándome en el altar, con una sonrisa que me llevaba a las estrellas.

Yo en un auto antiguo que era de mi padre, del brazo de Julio Meison, entraba a la iglesia, sintiéndome como una princesa de cuento de hadas, viviendo mi sueño de casarme con el hombre de mi vida.

Mientras caminaba del brazo de Julio, recordaba todo lo que había pasado desde niña y diciéndome a mi misma que todo había valido la pena, al ver a mi gran familia reunida, sonriendo, viendo como Pablo y yo éramos simplemente felices.

La recepción fue en uno de los hoteles Ritz, propiedad de Pablo, fue espectacular, Pablo y yo luciendo los anillos que había comprado hace mucho tiempo, cuando decidí que no existiría otro hombre en mi vida y el anillo de diamantes de mi madre, me hacía suspirar, ella estaba ahí conmigo por medio de aquel hermosao anillo.

Nos despedimos de todos, los niños esa noche la pasarían con su abuela y estarían con ella por quince días, Pablo y yo salimos en un jet privado, rumbo a una isla de la propiedad de Pablo.

Era hermoso el lugar, solamente lo teníamos para nosotros dos, los empleados vivían fuera de la isla, esa noche era nuestra.

Pablo me quitó el vestido mientras me besaba apasionadamente, yo solo me dejaba llevar por sus besos y sus caricias, me hizo el amor como la primera vez, los gemidos de placer no se hicieron esperar, mientras Pablo  besaba todo mi cuerpo, yo me dejaba llevar, hicimos el amor toda la noche, en la ducha, en la sala, en la cama.

Nos quedamos dormidos, el cansancio nos venció a las cuatro de la mañana, a eso de las diez, llegaron los primeros empleados para preparar el desayuno, yo le tenía a Pablo una sorpresa, así que esperé a que desayunara y cuando caminábamos por la arena, le di mi prueba de embarazo, seriamos padres, tenía tres meses de embarazo y según los exámenes que me hice en estos días, seriamos los padres de Aída,

Pablo estaba feliz, decidimos regresar antes de lo acordado, extrañábamos a los niños mucho y las noticias del embarazo, queríamos compartirlas con todos.

Así pasaron los años y ahora mis niños están en la escuela y Pablo y yo seguimos amándonos como el primer día.