Pablo los niños y yo, después de leer las cartas que Hilda nos dejó, decidimos que era hora de volver al país, antes de hacer cualquier cosa, fuimos al banco a revisar la cajita de seguridad de la que Hilda me habló en su carta y ahí estaban absolutamente todas las piedras preciosas que mi madre me había dejado, Hilda las guardó por petición de Raúl guardándolas para mi, en un hangar, estaban todos los autos que mi padre coleccionaba, Hilda se había hecho cargo de ellos y los mantenía como mi padre quisiera que estuviera. Como no le avisamos a nadie, simplemente en un vuelo privado, llegamos al aeropuerto de las empresas Taylor y le llegamos de sorpresa a Andrea, casi fallece al vernos, me abrazó tan fuerte, como lo haría una mamá feliz de ver a sus hijos.
-Melina, hija, que bueno tenerte por acá, te conocí desde niña, no has cambiado nada, sigues siendo la misma hermosa con ojos serenos y llenos de amor para dar, eres igual que tu mamá.
-Mi vida, ven para darte un abrazo, mi Pablito, no sabes lo que te he llorado, las ganas de volver a abrazarte que he tenido al acostarme, solo pedía a Dios tenerte de vuelta.
-Y mis dos príncipes, dónde están, ¿Cuál es Pablito y cual es Francito?, vamos que niños tan bellos, como no amarlos.
-Ya vienen las niñas, les he puesto un mensaje, ahora tenemos un grupo, así que en cualquier momento, estarán por acá.
Le contamos todas las historias a Andrea, ella nos escuchaba y algunas veces lloraba sintiéndose impotente por todo lo que tuvimos que pasar estando separados.
En ese momento llegaron las chicas acompañadas de Kike, los cuatro se me abalanzaron abrazándome muy fuerte.
-Meli, porque no volviste, pensamos lo peor, ya nos contaron Chris y Jeffry, tu estás loca, jamás de daríamos la espalda, nunca Meli, tu eres parte importante en nuestras vidas y tu Pablo, ven te daré un abrazo gigante, te extrañamos, dijo Patri.
Contamos a las chicas todo lo que pasamos, ellas se reían de algunas anécdotas, con otras se les llenaban los ojos de lagrimas.
Al ver a los niños, ya todo era alegría, ellos felices de que tantas tías los cargaban, era la felicidad con la que Pablo y yo soñamos siempre.
Y María, que mujer tan especial, me abrazó y lloró al conocer a los niños que según ella cuidaría siempre, es una belleza de señora.
Al día siguiente en la mañana, Juan, el periodista de la revista Vogue, fue a la mansión para hacernos una entrevista y tomar algunas fotografías a nuestra familia, con Raúl y Luis en la cárcel esperando el juicio, ya no había nada que nos pudiera hacer daño.
En la entrada de la mansión, habían cientos de periodistas de diferentes medios, sin embargo, únicamente a Juan se le autorizaría la entrada, al verme, me abrazó sin pensarlo.
-Señorita Melina, que gusto tenerla de vuelta, siempre estuvo en mis oraciones.
Al ver los ojos de Pablo sobre él, sonrió, que pena señor Taylor, pero yo a la señorita la aprecio de verdad, dijo Juan extendiéndole la mano; Pablo como todo un caballero que es, le dio la mano y un abrazo.
-Vamos hombre, no te disculpes, quien no va a apreciar a esta mujer, mírala nada mas, hermosa e inteligente mi futura esposa.
Así paso el tiempo, se tomaron las fotografías que estarían en la revista la semana siguiente, anunciando nuestra boda.
Sería en un lugar alejado, la revista Vogue, tendría la exclusiva, Pablo ayudaba a Juan, por él ayudarme una vez cuando lo necesite.
Ese día, fuimos a cenar con la familia de mis amigas, sus padres estaban encantados con los niños, ellos decían que eran sus nietos mayores, aunque no tuviera a mis padres conmigo, tenia figuras paternales con los padres de mis amigas, era una familia gigante, Pablo y los padres de mis amigas hablaban de negocios, mientras las chicas hablábamos de los vestidos que íbamos a usar para mi boda.
Pasamos a las oficinas del grupo Taylor a ver cómo iban las cosas, debíamos ir al juzgado con nuestro abogado para dar la declaración en contra de Raúl y Luis, en una semana sería el juicio en el país y era necesario que testificáramos, en el país detuvieron a Omar y Gretta, mis supuestos tíos, los que me tuvieron en la casa cuando era niña maltratándome, a Iván, el tipo de la mafia y a Rafael, el piloto que ayudó a mi secuestro, esto era un juicio en donde habían muchas personas involucradas, habían muchos medios informando sobre el tema, no se podía decir mucho sobre esto, ya que aun no había pasado el juicio, la idea era no entorpecer las investigaciones.
Por todos los medios de comunicación, estaban los videos y audios de las atrocidades cometidas por Raúl y Luis, todos los medios decían que no entendían como Melina Chu, se había salvado de la muerte por estos asesinos, realmente Raúl y Luis eran peor de lo que me imaginaba, estaban relacionados con la mafia, con el trafico de blancas, mataban sin piedad a quien se les pusiera por delante.
Creo sinceramente que me salvó de morir, el dinero que me dejaron mis padres en un fideicomiso, sino ya no estaría contando esta historia, habría Luis acabado conmigo desde el primer mes de noviazgo.
Todo parece que algunas de las desapariciones que habían sucedido a chicas hace algunos años, eran estos dos tipos los responsables, ya que utilizaban a las chicas que raptaban para entretener a hombres en las casas de sexo que tenían por toda Europa, casas de las cuales la gran mayoría ahora estaban a mi nombre, porque eran parte de le herencia que mis padres me dejaron.
Cuando recuperé mis propiedades, fue que la policía se dio cuenta del negocio que había, el dolor por estas chicas, hizo que convirtiera cada una de esas casas en centros de ayuda a estas chicas, ahí podían asistir mientras se les ayudaba psicológicamente por todo el infierno que habían pasado a manos de estos dos desgraciados.
Ese día que fuimos a dar las declaraciones al juzgado, habían más de treinta y nueve chicas jóvenes, que estos desgraciados tenían raptadas para prostituirse en las diferentes casas que tenían para estas actividades.
Nosotros íbamos acompañados de Camilo Vera, el notario que nos casó a Luis y a mí, el día siguiente nos divorció, era quien nos representaría en el juicio.