HILDA LA MADRE DE LUIS.
Al bajar a desayunar, después de que un guarda de seguridad casi tirara mi puerta, encontré en la planta baja a doña Hilda, Raúl y Luis no estaban, así que me sentía mejor en presencia de ella, claro que Raúl había dejado indicaciones de que Hilda me tenía que mandar a llamar para desayuno y almuerzo, porque él y su hijo estarían fuera y no sabían si llegaban ese día o al siguiente..
-Buenos días doña Hilda, no quiero desayunar hoy, no me he sentido bien del todo, tengo algo de nauseas, no sé si será por el viaje o que contraje un virus, de verdad que no me he sentido bien.
-Debes de comer Melina, vamos hija, comete una fruta y un jugo de naranja, te vas a poner débil y no queremos que te enfermes, dijo Hilda con palabras tristes, ella se veía más enferma que nunca.
-Está bien doña Hilda, comeré algo, lo malo es que todo me provoca nauseas, me siento débil, como con mucho sueño, no sé, siempre he sido activa pero acá, posiblemente por las circunstancias, me siento aperezada, sé que pu