Continuación.
«¿Qué dirás Matías?» preguntó en su fuero interno y aunque dolía saber que podría dejarla en ese momento ver qué había posibilidad de que los dos salieran con vida prefería que él cediera a la petición de Az.
En cambio, él empezó a carcajearse como si ella hubiera dicho algo muy gracioso.
—Siempre haces cosas tan ridículas para llamar mi atención. Das pena.
Ella le dio una bofetada.
—¡Maldito! — chilló histérica y él resistió el ruido que creó su molesta voz.
—Sabes que lo soy, y no me ofendes.
–A tu propuesta mi respuesta es y seguirá siendo no. Antonieta eres tan ilusa que no, pensaste en la razón por la que me acerqué a ti en primer lugar.
Ella se quedó expectante y él detuvo su confesión.
—¡¡Habla desgraciado!!— Insistió con muchas dudas, pues la cercanía de Matías a ella fue un tanto inusual.
—Tu padre mandó a matarme cuando estuve en prisión. Fueron muchas las veces que me enfrenté a matones crueles que querían la recompensa que tu padre ofreció por mi cabe