Leandro le acarició la frente con suavidad, adoptando un tono lleno de falsa ternura.
—Amor… te pegaste en la cabeza. Te hicieron un TAC, y me dijeron que podías olvidar cosas. Hace cuatro meses supe que tenía un gemelo. Mis padres lo enviaron a vivir al extranjero cuando éramos muy chicos, y lo trajeron de vuelta. Su nombre es Lissandro. Apenas llegó, no te agradó… dijiste que era como la versión malvada de tu perfecto novio.
Anna lo miró con los ojos abiertos de par en par, sintiendo un vacío en la memoria.
—¿Cómo pude olvidar todo eso…? —susurró, llevándose la mano a la cabeza—. ¿Cuánto falta para nuestro matrimonio?
—Tres meses, amor.
—¿Tres meses…? —Anna tragó saliva, el miedo creciendo en su pecho—. Olvidé más de cuatro meses de mi vida… Mi vestido… mi madrina… ¿qué voy a hacer? Todo está encima… Tu madre, tu padre…
Leandro bajó la mirada con fingida tristeza.
—Amor… mis padres murieron hace unas semanas. Tuvieron un accidente.
Los ojos de Anna se llenaron de lágrimas. Se llevó