Ariel se dirigió al interior de la casa acompañado de sus dos hijos, dejando a los Hidalgo lidiar con la situación familiar que los había llevado hasta allí. La similitud física entre los recién llegados y el resto de la familia era tan impactante que nadie dudaba ya de la verdad, más allá de lo que los resultados de cualquier prueba de paternidad pudieran confirmar. El aire se sentía denso, cargado de emociones difíciles de descifrar, mientras el eco de las palabras recién pronunciadas seguía flotando en el ambiente.
Ya dentro de la casa, los niños, emocionados por tener a su padre con ellos nuevamente, lo inundaron con preguntas. Sus voces llenaron el salón como un torrente incesante. Ariel decidió que lo mejor era sentarse con ellos, dejando por un momento las preocupaciones que gravitaban en su mente. —Papá, ¿por qué te fuist