44. EL DILEMA DE CAMELIA
Camelia cuelga el teléfono a su jefe, sin decirle dónde tiene que ir a buscarla. No puede creer que le pidiera eso, después de haberse pasado toda la tarde haciéndolo. ¿Es que no se cansa? Parece que solo piensa en sexo, se dice molesta y confundida. Vuelve a sentir esa inquietante sensación de ser observada, mira asustada en todas direcciones sin ver a nadie y se apresura a entrar en la casa de sus amigos, con la intención de quedarse allí con ellos. Su teléfono suena insistentemente, vibrando en su bolsillo.—¿Quién es, Lía? —le pregunta Nadia con curiosidad y un toque de preocupación.
—No es nadie, no te preocupes —contesta Camelia evitando mirar a los ojos de su amiga que la conoce tanto, que siempre la descubre cuando miente, y cambia r&