Reutilio frunció el ceño y la miró, imperturbable, con una media sonrisa cargada de ironía.
—¿Y yo qué tengo que ver con eso? —respondió con aparente calma, pero con un dejo de desprecio en el tono. —¡Esos embriones Mailén dijo que eran de Ariel! El trato era claro: tú debías lograr que traicionara a Marcia, luego le dirías que tenías un hijo suyo y, asunto arreglado. Después, entre los dos, íbamos a destruirlo. ¡Pero no! Ni siquiera pudiste drogarlo y mucho menos acostarte con él. Miriala Estupiñán se movía inquieta, agitándose mientras lo escuchaba. Su ira iba en aumento. Finalmente explotó: —¡No fue mi culpa! —vociferó, llevándose las manos a la cabeza en un gesto de impotencia. —Marlon no duerme en hoteles, nunca bebe algo que