304. LOS HIJOS DEL SENADOR HIDALGO
Clavel Hidalgo, desde que nació, se vio obligada a tratar con gente así. Rodeada siempre de la seguridad de su padre, muy pronto aprendió lo que era el poder. Por ello, ésta detective no la intimidaba; la miró de frente sin asustarse por lo que le había dicho.
—No lo sé —respondió Clavel, manteniendo su actitud tranquila—. Yo estaba de viaje y papá me llamó para avisarme que habían asaltado a mi hermana, y que él la había llevado a una clínica privada, que no fuera y no me dijo cuál.
—¿Sabe que la puedo acusar de obstrucción a la justicia? —la amenazó la mujer directamente.
—Agente —intervino el abogado Oliver de nuevo, visiblemente molesto—, cuando la señorita Camelia esté en condiciones de ir a la estación, yo mismo la llevaré. Ella quedó muy mal y está siendo atendida.
—Tenemos órdenes de llevarla ahora mismo detenida, díganos dónde está —insiste la detective, mirando a Oliver.
El abogado mira fijamente a la mujer. Es quien lleva el caso de Camelia y, junto a su padre, lograron